Los adioses dejan una brecha. Mas intenso el amor, más intensa la brecha. Veía como su hija luchaba por sostener sus lágrimas que atravesaban su persona con exasperados sollozos. Ha amado y había sido amada profundamente.
“Estoy tan cansado de todo. No quiero decir mas adioses. Es tan difícil.”
“No aguantes; deja que esas lagrimas broten.” Dijo mientras tomaba a la niña preciosa en sus brazos. Su hija ya no cabe como lo hacía, ha crecido, sus extremidades largas y delgadas. Aun así, se siente bien en sus brazos y desea poder quitarle de encima ese peso de pena y angustia y hacer que desaparezcan.
No puede hacer que estos sentimientos desaparezcan. Pero puede estar ahí, en ese profundo pesar con ella.
No tiene sentido negar que esa brecha esta presente. No hay modo de evitarlo, de encubrirlo como si no existiera. ¡Simplemente esta! Y si uno se sienta en ella y siente sus paredes y que tan profundo es, amenaza en absorberlo a uno en su vacío.
“Sabes,” le dice suavemente a ese corazón doliente. “Estoy descubriendo que hay algo que parece llenar esa brecha, ese sentimiento de vacío.”
Los sollozos subsisten. La hija escucha.
“Agradecimiento.”
“Cuando sientas ese vacío, llénalo con pensamientos de gratitud por los tiempos que han tenido juntos; esos momentos especiales que recuerdas. La gratitud se hincha y crece en ese agujero en el que te encuentras y te levanta y te deja salir nuevamente.
Esta hija es la experta de los recuerdos. Se sienta uno con ella alrededor de la mesa y las memorias, las historias brotan. Es asombrosa. Y como la necesita. Como, realmente, se necesitan para compartir esas memorias, para mantenerlas vivas. Juntas en lo hondo y en la oscuridad y juntas podrán levantarse en la plenitud de la gratitud y agradecimiento. Brazos extendido hacia EL que da, EL que quita y EL cuyo nombre debe ser alabado y llevado a las alturas.
La plenitud de la gratitud y el agradecimiento es algo realmente GRANDE.
Traducido por Carenzi De Luchi