Él quiere trabajar en el jardín; ella quiere un fregadero de cocina.
Ella sabe que él está haciendo todo por el bienestar de su familia para que puedan comer sus propias verduras mientras dure este tiempo de bajos ingresos.
Él está lidiando con mucho. Las solicitudes de empleo, la remodelación de la casa y el terreno de cultivo en el jardín. Su prisa es plantar antes de que el frío llegue. Él esta en su elemento realizando muchos proyectos.
Ella está luchando. No es así como ella trabaja. A ella le gusta concentrarse en una cosa, hacerla y luego pasar a la siguiente.
Estrés, frustración, miedo a lo desconocido, trepar por las paredes de la casa, colgar del techo en grandes nubes grises buscando separarse y destruir. Las voces suben de tono y surgen las palabras duras.
Ella baja la cabeza avergonzada. Él le trae una taza de té.
Es casi ridícula la cantidad que han logrado en estos meses… Nadie trabaja más duro que él.
“Lo siento”, dice ella.
“Estoy haciendo todo esto por ti, por nosotros”.
“Lo sé”, dice ella.
Y deja el horario y la fijación por el anisado fregadero para salir bajo la luz del sol y ponerse las botas de goma, plantar y rastrillar a su lado, porque juntos, serán más fructíferos. Juntos, las nubes grises desaparecen y el miedo vuelve a un rincón oscuro y olvidado.
Traducido por Sheila Lezcano Martinet