Una plantita reposa en el alféizar de su hija. Ella está maravillada al ver cuánto ha florecido.
Con escasos nutrientes, algo de luz, un poco de agua, no sólo está creciendo sino que se está reproduciendo. Ella cuenta cuatro plantitas creciendo individualmente en la misma macetita. Está bien plantada, bien enraizada, dando fruto, reproduciéndose. Ella piensa en aquellas raíces. Han tomado un tiempo para arraigarse, están cómodas y se sienten muy en casa.
Si ella toma la planta y la saca de la tierra, podrá ver todas esas finas raíces, algunas más fuertes que otras. Si la sacude, la tierra caerá y las raíces quedarán expuestas, vulnerables y tiernas. Se necesitarán manos suaves para tomar esas raíces, cubrirlas y protegerlas antes de ser plantadas otra vez.
Ella es aquella planta. Está siendo desarraigada. Se siente vulnerable y expuesta. La tierra de su vida está siendo sacudida y ella se está preparando para ser plantada en su propia tierra una vez más.
Transplantada. Eso duele.
Ella sabe que el mejor jardinero, cuyas manos la acunan ahora, está cubriendo su vulnerabilidad con Su fortaleza y propósito. Ella es llevada.
Su cuñada está planificando un nuevo jardín. Está pensando en los árboles, arbustos y flores que se adaptarán al paisaje, el sol, la tierra, el clima del nuevo lugar. Ella hará preguntas sobre las plantas que les gustan, del tipo nativas o del tipo jardín de cabaña, belleza ordenada o caótica, árboles ornamentales o frutales. Su cuñada conoce sus plantas y sabe cuáles florecerán y darán fruto. Ella es increíble creando belleza.
El Jardinero la cargará suavemente y la plantará en su propia tierra, en el jardín que ya ha diseñado y planificado de antemano. El sabrá exactamente dónde ponerla para que sus raíces crezcan fuertes y profundas nuevamente y den frutos y su caótica belleza.
‘Reconstruirán las ciudades en ruinas y vivirán en ellas. Plantarán viñedos y beberán su vino; harán huertos y comerán sus frutos. Plantaré a Israel en su propia tierra, para nunca más ser desarraigado de la tierra que les he dado “. Amós 9: 14-15
Traducido por Martha Bringas