Ella nada en un mar de transición. Está exhausta. Cuatro meses hasta el levantamiento, hasta su ida, su cabeza toca la almohada cada noche con pensamientos y emociones que amenazan ahogarla. Han pasado diez años en este lugar maravilloso y la hora irse a “casa” se acerca. No pienses mucho, no sientas mucho.
Necesitaba botas nuevas. Las ultimas fueron compradas hace diez años. Cuando era una extrajera recién llegada al Perú, sin poder hablar español, sin ideas, solo esperanzas y sueños y mucho corazón para aprender. Esas botas viejas la han visto progresar viendo su confianza crecer y atravesar estaciones de gran crecimiento y valles de pruebas profundas. Ya las botas están desgastadas y despegadas. Es hora de algo nuevo.
Ingresa a una tienda y ve el par ideal. Se las prueba. Le quedan perfecto. ¿Pero el precio? ¡El precio está lejos de ser perfecto! Hay una realización, dos por el precio de uno. Pero ella no necesita dos pares. En ese momento ingresa una dama, una desconocida.
“¿Está comprando botas?” le pregunta la desconocida.
“Me gustaría, pero son muy caras,” responde ella.
“¿Por qué no las compramos juntas?” le dice la desconocida. “Yo también necesito botas nuevas.”
“¿De veras?”
“¡Por supuesto! ¡Hagámoslo!”
Y así lo hacen. Abraza a la encantadora desconocida en la tienda y le susurra en el oído diciéndole que es una bendición. La desconocida no sabe toda la historia. Pues, si Dios puede enviar a una desconocida en el momento justo, al lugar exacto, por un par de botas, ¿cuánto más, exactamente, podrá hacer y darle lo necesario durante los próximos meses hasta atravesar y hacer esa transición al otro lado del mar? Regresar a un lugar que no ha llamado “casa” en más de veinte años. EL puede. Las botas nuevas son la prueba. EL me respaldada.
Su cabeza se hunde en la almohada. Puede aún oler el cuero de las botas nuevas. Esta noche no se está ahogando. Ella está agradecida. Agradecida por las botas viejas y por todo lo visto y por todas sus experiencias. Ella está agradecida por el milagro de lo nuevo y por lo que les espera. ¿Cuánto más? ¡Mucho más!
Mateo 7:11 ‘Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!’
Traducido por Carenzi de Luchi