Atrapada. Atrapada en plena adaptación a su tierra natal, atrapada en la casa, atrapada en la incertidumbre. Y prácticamente ahora está atrapada en el lodo. Han talado todos los árboles, arbustos y todas las plantas de su cuadra, han modificado el suelo y hay mucha tierra acumulada por todas partes.
Algunos días se sienten como si caminara con incertidumbre en medio del lodo espeso y pantanoso. Entrar al supermercado y ver estantes vacíos hace que comience a sentir una ansiedad abrumadora y a taparse la boca con la mano llena de barro que la impide respirar. No es la única. El miedo y la duda están oprimiendo a muchos.
Ayer la dueña de la tienda de telas se veía tan abrumada de la preocupación que apenas se podía mover.
«Si cierro la tienda, me quedaré sin nada» —̶ dijo con temor la dueña.
«Voy a orar para que Dios use esta situación y te muestre su milagrosa provisión» —respondió ella con fe.
«Eso espero» —̶ la dueña voltea la cabeza y baja la mirada.
Y su corazón se compadece y ora: Señor, muéstrale quién eres, muéstrale tu amor por ella.
“Alimenta tu fe y que tus miedos mueran de hambre” fue el mensaje que escuchó esta mañana. Así como toda esa mala hierba que para dejarla sin vida se la arranca de raíz y luego se marchita y muere. La tierra se revuelve, se le agrega nutrientes, se siembran plantas y la vida transforma el sombrío paisaje lleno de barro.
Así que hoy ella le agrega nutrientes a su fe y ahoga y quita de su vida esos inoportunos miedos que parecen mala hierba.
Al parecer ella no está atrapada. La fe brota desde su interior.
Traducido por Renzo Farfán