“Sabes que no hay forma de negar la mano de Dios en tu vida, ¿verdad?”, le dice a su hija.
La hija sonríe y asienta con la cabeza. ‘Supongo que sí.”
A principios de año su hija no tenía idea de cómo sería su vida. Un nuevo país, una nueva vida.
Después de solicitar muchos trabajos sin éxito, su idea de un año sabático se desvaneció. Sus resultados del IB llegan y “simplemente sucede” ¡son mejores de lo esperado! Ella recibe una oferta en la carrera que tanto deseaba.
“Tal vez iré a la Universidad este año después de todo”.
Ella va caminando con su hija y ven un pequeño café llamado “La Empanada”. Un recordatorio de Perú, un delicioso alimento conocido por ambas. Ellas entran y hablan español con los propietarios ecuatorianos. Ella dice: “Bueno, si alguna vez necesitas ayuda …”.
“Da la casualidad” que la hija consigue trabajo a tiempo parcial junto a un chef peruano en un café de habla español.
Primer día de Universidad y todo es abrumador.
“¿Puedes venir a recogerme?”
“Todo mejorará a partir de hoy”, dice mientras abraza a esa niña llorosa. ‘Verás”.
Al día siguiente, encuentra la sala de conferencias en la que necesita estar. De repente, una niña se sienta a su lado. “Da la casualidad” de conocer a su hermano porque van a la misma iglesia. Ella la invita a almorzar y le presenta a sus amigos.
La madre retrocede asombrada ante la oración contestada. La gratitud fluye. Solo hay Uno que puede ir antes y preparar un lugar, personas y provisiones.
Si puede hacerlo por su hija, también puede hacerlo por ella.
Él puede hacerlo en medio de la incertidumbre absoluta y los tiempos nunca experimentados en su vida. Ella piensa en su brillantez, su presencia, su promesa y su mano fiel.
Ella fija sus ojos en Él y coloca su mano sobre la de Él.
Traducido por Astrid Zuñiga